El nuevo sistema operativo de Microsoft pretende romper casi por completo con lo que conocíamos hasta ahora. Los cambios en la interfaz son muy profundos: ahora las aplicaciones corren a pantalla completa, el escritorio se ha sustituido por una cuadrícula cuyos iconos sirven al mismo tiempo para ofrecer información y hacer de acceso directo, y el control se realiza sobre todo mediante gestos. Gestos táctiles, porque el nuevo Windows 8 (heredero en lo visual de Windows Phone 7) está fuertemente enfocado a tablets. Pero, dado que esta versión también habrá de ser instalada en ordenadores convencionales (y los chicos de Redmond aseguran que los han tenido muy en cuenta) vamos a ver cómo se comporta la beta este software en una pantalla de grandes dimensiones, acompañado de un ratón y un teclado.
Lo primero que destaca es una instalación rápida y sencilla, en la que se nos pide una cuenta Microsoft para utilizar SkyDrive para la sincronización en la nube, así como Messenger y Xbox Live. Otros servicios como LinkedIn, Flickr o Gmail también están integrados por defecto, sin necesidad de aplicaciones externas: si queremos abrir una foto, desde el propio sistema la podemos coger de Facebook, y cuando deseemos chatear, hablaremos con nuestros contactos sin importar qué protocolo de mensajería empleen. Una integración que se agradece, pero en la que se echan en falta muchos nombres clave en Internet.
Nada más llegar al escritorio, empezamos a sorprendernos. Al abrir la primera aplicación, veremos que se ejecuta a pantalla completa. Para volver al inicio, deberemos desplazar el cursor a la esquina inferior izquierda y pulsar el icono que aparezca. Y si, dentro de un programa, queremos ver las opciones, usaremos el botón derecho del ratón, y aparecerán barras en la parte superior e inferior. Las esquinas de la derecha llevan a una serie de menús comunes: búsqueda global, compartir el contenido actual, volver al escritorio, dispositivos conectados al PC y ajustes del sistema operativo. Por último, pulsando en la esquina superior izquierda alternamos los últimos programas abiertos, y arrastrando el cursor hacia abajo aparece el listado completo, con posibilidad de cerrarlos.
Otra característica interesante es la opción de reservar una cuarta parte de la pantalla para una aplicación secundaria, y el resto asignarlo a la tarea principal. Además, uno de los “programas” incluido es el escritorio habitual de Windows, ligeramente remodelado, y desde el que podremos seguir ejecutando software clásico. En general, los controles de Windows 8, aunque se pueden dominar perfectamente con un ratón, aparentan ser mucho más intuitivos en una pantalla táctil, sobre todo por el enorme tamaño de los elementos de la interfaz.
A modo de resumen, opino que Windows 8 apunta a ser una gran experiencia para tablets y quizá para ultraportátiles (si se adaptan los gestos al trackpad), pero para ello sacrifica la comodidad en los portátiles convencionales y los sobremesa. Aunque es fácil acostumbrarse a los nuevos conceptos, parece claro que Windows 7 resulta superior en un ordenador tradicional, sobre todo en funciones multitarea. Esta nueva versión aporta un estilo visual atractivo y facilidad de uso, pero no es lo suficientemente potente como para que Microsoft pueda permitirse dejar atrás el Windows clásico.
¿Qué te parece a ti este nuevo sistema operativo? ¿Piensas que va a revolucionar nuestro día a día, o que sólo tiene sentido incluirlo en determinados dispositivos?
En Xombit | Windows 8 presentado, ¡descarga ya la beta!
No me gusta nada que Windows 7 parezca superior en un ordenador tradicional: espero que poco a poco acaben de mejorar Windows 8. A ver si algún día tengo tiempo de probarlo…
Personalmente pienso que si Windows 8 pierde su funcionamiento tradicional también perderá usuarios de manera notable, puesto que mucha gente (sobretodo mayor y de edad avanzada) no entenderán el funcionamiento de esta nueva versión del sistema operativo de Microsoft.