No cabe duda de que Internet resulta clave actualmente para garantizar la libertad de expresión. Muchos temas importantes, de carácter político, económico y social llegan a conocerse por este medio. Por supuesto, aquellos a los que nos gusta la electrónica de consumo también nos beneficiamos del flujo inmediato y constante de información. El inconveniente lo encontramos en que, muchas veces, los medios (y los propios usuarios) caemos presa del pánico ante ciertas noticias. Por ejemplo, cuando se descubre una fallo en un aparato, tendemos a magnificar el problema antes de que se disponga de datos que confirmen su gravedad, a pesar de que sabemos que cualquier dispositivo sufre una cierta tasa de fallos.
Un ejemplo claro lo vimos en el iPhone 4 y el caso del Antenagate. El terminal presentaba un fallo que le hacía perder cobertura al agarrarlo de cierta manera. Aunque la incidencia era por completo real, no resultaba verdaderamente algo preocupante, pero llegó a formarse un enorme escándalo. Otro caso para el recuerdo se trató del de las tres luces rojas de Xbox 360, sólo que en esta ocasión se confirmó que existía un error de diseño, y millones de consolas se estropearon prematuramente, dañando seriamente la reputación de Microsoft y provocándole gastos extraordinarios en garantías extendidas.
La situación se está repitiendo con el problema de la luz azul de PlayStation 4, y ya empiezan a oírse preocupaciones respecto al lector de discos de Xbox One tras su exitoso lanzamiento. No pocos aficionados hablan de postponer la compra de las máquinas. Algo que resultaría buena idea si quieren esperar a un precio más bajo y a que dispongan de mejor catálogo. Pero, en realidad, no hay pruebas de que exista una incidencia generalizada con ninguno de los dos sistemas. Está apareciendo bastantes afectados (¿cómo no, si se han puesto en el mercado más de un millón de unidades de cada aparato?), pero nada apunta a que se trate de algo masivo.
Los medios de Internet también somos culpables por prestar tanta atención al tema (aunque si lo hacemos se debe al interés informativo que posee), al igual que los usuarios, que se dejan impresionar fácilmente y, en ocasiones, no se muestran lo suficientemente críticos cuando las noticias no resultan demasiado serias. Pero, sin importar de que aparato hablemos, siempre que resulte relevante, aparecen informaciones respecto a diversos fallos. Lo lógico me parece prestarles una atención moderada, y recordar que contamos con la garantía del fabricante si nos toca una unidad problemática.
¿Qué piensas tú? ¿Crees que los gadgets cada vez fallan más, o que lo que ocurre es que antes de la popularización de Internet no se podía conocer cuándo existían averías generalizadas?