Antes de nada, he de aclarar que no estoy en contra del avance tecnológico en el mundo del motor, siempre que se aplique a aspectos esenciales del automóvil. Gracias a estos aportes, los motores gastan menos y resultan más ecológicos, además se salvan innumerables vidas mediante sistemas como la asistencia al frenado o los airbags (aunque no evitan las imprudencias). Incluso aspectos como las luces de xenon o las popularización de la climatización resultan importantes, porque hacen nuestros viajes más confortables, y consiguen que los coches sirvan mejor a su misión. Sin embargo, algunas incorporaciones resultan más dudosas.
Estamos en un momento en el que hay cierta obsesión por la tecnología de consumo, y se intenta incorporarla en todos los aspectos de nuestra vida. El problema fundamental se trata de que los gadgets avanzan y se renuevan a un ritmo trepidante, mientras que un coche debe durar bastantes años. ¿No os da un poco de risa ver modelos con lectores de CD a estas alturas? ¡O incluso de casete! Tampoco resulta raro encontrar sistemas de GPS instalados en los salpicaderos, a los que no se les puede cambiar nada más que los mapas. Es cierto que cada vez más marcas permiten extraer y cambiar el hardware, y ofrecen actualizaciones, pero… ¿vale la pena?
Tengo serias dudas de que los sistemas de información y entretenimiento en el coche resulten interesantes. Añadirlos al equipamiento es muy caro, mientras que una opción externa resulta más barata y fácil de sustituir (y de reparar llegado el caso). ¿Cuánta gente tiene un cable para iPod en su coche que no sirve de nada? Pues puede que dentro de un tiempo los Micro-USB también se queden obsoletos. Un modelo anuncia que te lee tus notificaciones de Facebook… ¡pero dentro de tres años podemos estar todos en otra red social!
Con la excepción del emparejado de móviles y coches por Bluetooth, que suele funcionar bien, representa una estándar ampliamente aceptado y resulta muy útil, no veo mucho sentido a invertir en accesorios tecnológicos integrados para un coche. El coste resulta elevado, las posibilidades de que se queden obsoletos pronto son grandes y su utilidad dentro de un automóvil no siempre se vuelve tan grande como la publicidad da entender. La verdad, el comprador debe analizar lo que le ofrece cada marca y valorarlo, pero mi consejo es mantenernos un poco escépticos y no gastar sin estar seguros de que se trata de una buen inversión.
¿Qué opinas del tema? ¿Estás a favor de la tecnología en grandes cantidades en los coches, o sólo si tiene sentido para el objetivo real de un automóvil?