No es ningún secreto que los smartphones se han vuelto más populares para jugar que las consolas, y hace tiempo que se supo que tanto los ingresos individuales por juegos de iOS como los de Android superaban al conjunto de los de PS Vita y Nintendo 3DS. ¿Cómo pueden las portátiles enfrentarse a esta amenaza? Primero, aceptando la realidad de que no lograrán competir con los teléfonos inteligentes. Sus usuarios no siempre tienen gran interés en los juegos, y la mayoría nunca compraría una consola dedicada. Así que se debe buscar la rentabilidad sin obsesionarse con un crecimiento imposible, y centrarse en los aficionados y en los niños que no poseen un móvil.
Otro aspecto a valorar es que una portátil ya no tendría que resultar “portátil”. Es decir, teniendo un smartphone, pocas personas llevarán una consola para disfrutar del ocio electrónico en movilidad. Por eso se ha de concebir cualquier nueva máquina como un aparato para el hogar, que nos permita no ocupar una televisión mientra jugamos, disfrutar desde cualquier rincón de la casa y que ofrezca experiencias diferentes a las de otras plataformas. Algo así como el GamePad de Nintendo Wii U convertido en un dispositivo independiente, ya que menor movilidad permitiría pantallas de siete, ocho o hasta nueve pulgadas. Y es que los grandes tamaños están de moda y me parecen cómodos para jugar.
Por otro lado, las portátiles deberían seguir sacando partido de los aspectos que las diferencian de smartphones y consolas de sobremesa. Ideas que ya funcionan, como combinar una experiencia táctil con los necesarios botones físicos, o utilizar el 3D sin gafas, que por ahora sólo se ve bien en pequeñas pantallas, y aun en ellas tiene que mejorar. Y ofrecer una buena multitarea, de forma que podamos chatear o mirar redes sociales en ellas, sin necesidad de ir cambiando continuamente a la tablet.
Por supuesto, el tema clave está en lanzar juegos más atractivos y profundos que los que existen en los smartphones. Cuando se cobra 40 euros por un producto en vez de 99 céntimos, debe ofrecerse un mejor acabado visual y jugable, además de mayor duración. Básicamente, creo que el modelo actual funciona, pero se va a transformar en un nicho, y las marcas deben adaptarse. Han de seguir trabajando en títulos de calidad (algo que en PS Vita escasea) y explotando las características que las diferencian. El público se ha reducido, pero el segmento puede funcionar si se adapta a estas nuevas circunstancias.
¿Qué opinas del tema? ¿Crees que las portátiles pueden sobrevivir con su modelo actual, que deben cambiar por completo, o que su tiempo ya ha quedado atrás?