Tras el accidente de la central nuclear de Chernobyl en 1986, la zona de exclusión (un perÃmetro de 30 kilómetros alrededor) se ha transformado en un lugar trágicamente único en el mundo. En él se han podido apreciar los efectos de la radiación en los seres vivos, como en el caso de los árboles petrificados que ahora se encuentran allÃ. Pues bien, hoy conocemos un trabajo de Ismael Galván, del CISC. Parece que la ciencia española, a pesar de haber sufrido dolorosos recortes, aún es capaz de realizar investigaciones útiles e interesantes.
Y es que la radiación provoca que se generen radicales libres, que dañan las células. Los organismos se protegen mediante los antioxidantes pero, sin no resultan suficientes, sufren envejecimiento prematuro o incluso ocurre la muerte. Anteriores estudios sostenÃan que la radiación de Chernobyl bajaba el nivel de antioxidantes, pero el trabajo de Galván sostiene lo contrario. Para él se capturaron 152 pájaros de 16 especies en ocho puntos distintos de la zona de exclusión. Se les extrajeron muestras de plumas y de sangre. En el lÃquido midieron el nivel de antioxidantes y el daño del ADN, y en las plumas el nivel de melanina, ya que algunos tipos de pigmentación requieren de antioxidantes.
El resultado fue que los pájaros habÃan reaccionado generando más antioxidantes, lo que evitó daños en los tejidos o en el ADN. Sin embargo, aquellos con plumas con pigmentos de tonos rosáceos no habÃan tenido la misma suerte. Trabajos anteriores en laboratorio ya habÃan demostrado que pequeñas dosis de radiación continuas inducÃan resistencia a ella en los seres vivos, y ahora se comprueba que lo mismo ocurre en la naturaleza. Sin duda un descubrimiento interesante, aunque mejor hubiera sido que no tuviéramos que sufrir desastres nucleares y estos datos resultaran irrelevantes.
¿Qué opinas del tema? ¿Una prueba de que los seres vivos salen adelante en cualquier circunstancia, o del pésimo trato al que sometemos a nuestro plantena?
Imagen | Roman Harak