Por fortuna, la medicina no deja de avanzar y curar enfermedades (¡incluso algunos tipos de cáncer!), y hoy se plantea una posibilidad sorprendente: desterrar de forma definitiva el dolor de nuestra vida. Si bien existen opciones naturales para esto, cuando la cosa se pone seria hay que recurrir a medicamentos como los opiáceos, que causan dependencia y pueden provocar sobredosis. El profesor Seok-Yong Lee, de la Universidad de Duke, ha descubierto accidentalmente un anticuerpo que puede interferir con la capacidad del cerebro para procesar el dolor, una forma muy interesante de afrontar el problema.
Según leemos en Geek, el científico estaba estudiando la estructura de las neuronas, y cómo funciona el intercambio de sodio en su membrana. En concreto, trabajaba en los estímulos que generan dolor y picor, provocando los impulsos eléctricos que viajan a lo largo de esas células. Usaba un anticuerpo que interceptaba ciertas proteínas, y decidió que era buena idea probar si podía inhibir esa capacidad de las neuronas. Y parece que el sistema funciona, al menos en las pruebas en ratones, en las que no se detectó dependencia ni efectos secundarios. La idea es que no se mandan las señales que se interpreten como dolor, por lo que podríamos hablar de una solución potente.
La Universidad de Duke está buscando financiación para patentar el anticuerpo, e iniciar pruebas clínicas que permitan desarrollar medicamentos. Esperemos que se consigan crear compuestos útiles aunque, a la vista de otros abusos de las farmacéuticas, no está claro que logren llegar a todos los que los necesiten. En cualquier caso, sólo nos podemos alegrar de que se avance en este campo tan importante, y que se consiga minimizar en lo posible el sufrimiento de los enfermos de todo el mundo.
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