Lloramos cuando estamos tristes o nos duele el cuerpo, y nos reímos cuando algo nos hace gracia. Por ejemplo, el vídeo de una persona que se comporta como un gato. Pero a veces nuestras emociones y sus reacciones se disocian. Es decir, podemos estar perfectamente tranquilos, y estallar a carcajadas, o transformarnos en un mar de lágrimas. Es lo que se conoce como risa y llanto patológicos, que a veces también se denomina como incontinencia emocional. Un problema, porque las emociones no tienen que ver, y han de evitarse los diagnósticos de depresión o bipolaridad, completamente erróneos.
Como leemos en io9, este síndrome siempre tiene lugar en personas con el cerebro dañado. A veces tras un ictus, en fases tempranas del Parkinson o el Alzheimer, o después de un traumatismo. Pero lo más común lo encontremos en enfermos de esclerosis lateral amiotrófica. Esta dolencia afecta a la base del cerebro, que controla la risa y el llanto. Una teoría dice que un cerebro dañado queda liberado del control emocional, y provoca risa o llanto. Otra posibilidad planteada es que el este órgano deja de ser capaz de reconocer debidamente las situaciones que deben causar risa o llanto, y dispara el mecanismo de forma errónea.
Esta idea es interesante, porque supone que los sistemas que provocan las emociones y sus reacciones físicas son diferentes, y se pueden desincronizar. El cerebro no deja de sorprendernos, como en el caso de la paramnesia reduplicativa, esa enfermedad que puede hacer que nos despertemos convencidos de que vivimos en una copia de nuestro mundo. Respecto a la risa y el llanto patológico, existen tratamientos relativamente eficaces, aunque el hecho de que suela aparecer asociada a enfermedades neurodegenerativas supone que tampoco se puede esperar que todo salgo como se desea.
¿Qué opinas de este tema? ¿Una dolencia terrorífica, o crees que existen otras mucho peores?
Imagen | Daniela Vladimirova
