Ciberderechos

Aunque Italia no sea el paraíso de los defensores de la libertad en Internet, desde ese país nos llega un borrador de una Declaración de Derechos de Internet muy interesante. Lo conocemos gracias a Omicrono, y la verdad es que ya nos gustaría contar con algo así en España. Después de conocer todo lo relacionado con el escándalo PRISM, está claro que necesitamos una “constitución de Internet”. Aunque este texto... Continuar leyendo...

Desde el convencimiento de que el trabajo ajeno debe ser recompensado (no así la codicia de las industrias de los contenidos), hace tiempo que me he propuesto sólo acceder al entretenimiento y a las aplicaciones de manera oficial. No temo que caiga sobre mí el peso de la ley, que por ahora no parece querer perseguir al usuario final, sino que pienso que Internet no es una "barra libre" de la que podamos coger lo que nos apetezca, y yo decido apoyar con mi dinero a los creadores que dan vida a los productos que me apasionan.

Son malos tiempos para la libertad en la red, que cada vez más gobiernos se empeñan en censurar. Por otro lado, la comunidad internacional ejerce una presión en aumento sobre Irán para que abandone su programa nuclear. En este contexto, no nos sorprende que este régimen haya decidido restringir el tráfico HTTPS de Internet, en un intento de que la disidencia interna quede lo más aislada posible.

La polémica legislación que pretende regular la descarga de archivos en Internet está aprobada y a punto de empezar a ponerse en práctica. Pero aún hay quien no pierde la esperanza, como la Asociación de Internautas, que va a impugnar el reglamento que desarrolla la ley Sinde-Wert, por considerar que pone en peligro varios de los derechos fundamentales de los ciudadanos.

A pesar de que en España tenemos muchos motivos para dudar de la capacidad y buena intención de nuestros dirigentes, por desgracia en otros países la situación es aún peor. Y es que sólo podemos calificar como propia de un régimen comandado por enfermos mentales la pretensión de que los ciudadanos de Corea del Norte no usen teléfonos móviles durante los cien días posteriores a la muerte de su anterior líder.