En la década de los 90 en España se vivía el boom de la telefonía móvil, y los fabricantes hacían de la miniaturización de los dispositivos una de sus bazas principales. Era bastante lógico, ya que un aparato que debíamos llevar todo el día con nosotros convenía que fuera lo más pequeño y ligero posible.
Al llegar la moda de los smartphones empezó el conflicto: para ofrecer posibilidades adicionales (acceso a Internet, vídeos, fotos, aplicaciones…) era necesaria una pantalla de mayores dimensiones, e inevitablemente esto conllevaba el aumento del tamaño final. Cuando Apple presentó el iPhone original, yo me encontraba entre los que dudaban que alcanzara el éxito a causa su enorme volumen, que se me antojaba excesivo si pretendía llegar a las masas. Luego HTC lanzó su HD 2 (el primer móvil con una pantalla de 4,3 pulgadas) y me pareció que el asunto rozaba lo ridículo, pero al tratarse de un terminal concreto y no demasiado exitoso, pensé que era un producto aislado que no se tomaría como ejemplo. No imaginaba que en el 2011 casi cualquier teléfono de gama alta tendría 4 pulgadas de diagonal, que los de 4,3 serían los más populares y que estarían empezado a aparecer los de 4,5. Sin olvidar el experimento fallido de Dell con el Streak, un verdadero tablet phone de 5 pulgadas.
Obviamente me equivoqué respecto a las tendencias del mercado, y también a las necesidades de los usuarios, puesto que estos grandes terminales han tenido unas ventas elevadas y se encuentran entre los más deseados. En cualquier caso, la situación merece un poco de reflexión, ya que estamos hablando de dispositivos pensados para acompañarnos a todas partes en el bolsillo, y cada vez resulta más incómodo llevarlos con nosotros.
¿Tiene un límite este aumento de tamaño? A día de hoy, para mí 4 pulgadas de diagonal es el máximo aceptable, siempre que el marco de la pantalla no sea muy ancho, como establecen las últimas modas. Obviamente, no todo el mundo está de acuerdo conmigo. Dependiendo de las prioridades de cada uno llegaremos a encontrar útiles estas dimensiones gigantescas. Para algunas personas disponer de una pantalla amplia en la que escribir correos con rapidez puede significar evitar llevar un netbook encima, mucho más grande y del que no sacarían partido. Otros usuarios dedicarán el aparato a ver vídeos y jugar, para lo cual agradecerán un panel espacioso, pero sin requerir un tablet.
¿Qué conclusión debemos sacar? Sin duda los fabricantes ofrecen estos teléfonos porque hay demanda, pero existe también un sector de los consumidores que pide acceder a la gama alta con unas medidas no tan extremas. Este nicho de mercado está actualmente desatendido, y si bien no parece lógico esperar que el volumen medio se reduzca, sí que sería necesario que los “terminales estrella” tuvieran una mayor variedad de dimensiones. ¿Qué opináis vosotros? ¿Los modelos de 4,3 o 4,5 pulgadas se adecuan a vuestras necesidades, o preferiríais que esta tendencia se invirtiera?
Yo creo que para las funciones y con las características que están diseñados estos teléfonos el tamaño actual es el idóneo. Para mi gusto, la pantalla más pequeña sería incomoda para poder enviar correos, por ejemplo.
Un modelo menos “smart” y algo más “phone” para usuarios que utilizaran correo o internet ocasionalmente podría tener un tamaño algo más reducido…
Información Bitacoras.com…
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Personalmente, echo de menos mi primer móvil, un ladrillo Motorola como Dios manda. Los teléfonos pequeños estarán muy bien para cierto segmento de mercado, pero en nuestras occidentales sociedades cada vez más envejecidas, se están convirtiendo en una dictadura (no hay más que ver la cantidad de gente mayor que usa con incomodad móviles que están pensados, vamos a dejaros de tapujos, para niños). ¿Para cuándo un just in time de carcasas?
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