El rojo y el azul se unen y forman el violeta, este color que es el que menos encontramos en la naturaleza toma su nombre (en las distintas lenguas) de las pocas plantas o frutos de este color. Al obtenerse de la mezcla de dos colores primarios, el violeta se considera un color secundario y adquiere propiedades del rojo o del azul según cual de estos sea su dominante. Aunque por sí solo, encierra características propias.
La eterna discusión que se genera es, ¿cuándo es violeta y cuándo es purpura?, ya que se trata de una diferencia entre los porcentajes de primarios que forman estos colores y en muchas ocasiones no lo diferenciamos con facilidad. Cuando hablamos del violeta, nos encontramos que son más las personas que lo rechazan que las que adoran esta tonalidad. Es probable que el rechazo sea generado por lo que ha sido y es en la historia este misterioso color.
El poder de los soberanos y la iglesia
Mucho antes de que los gurús de la moda marcasen las tendencias que se llevan cada temporada, el color de la vestimenta marcaba el estatus social. Todo esto dependía del coste de teñir las prendas. Determinados colores eran más complicados de obtener y por lo tanto, más caros. Por eso, el pueblo vestía con esos colores que se podían conseguir sin dificultad y el clero y los soberanos lucían colores más caros.
Este es el caso del violeta, pues para obtener este color era necesario las conchas de un crustáceo que no era muy abundante ni fácil de conseguir. Por ello, en el antiguo Imperio Romano, vestir de violeta era exclusivo del emperador, su esposa y el heredero.
Con la llegada del cristianismo este concepto perduró, según se relata en las escrituras, Moisés le dice a los israelitas que los sacerdotes deben vestir de púrpura. Los sacerdotes eran mediadores con el más allá. Junto al amarillo este color se convierte en el color de la fe y también de la superstición. Durante la cuaresma este color está más presente, pues es el elegido para simbolizar la penitencia y la humildad de estas fechas.
La magia y la vanidad
Lo místico y misterioso se viste de violeta. Por ello es un color habitual, junto al negro, cuando pensamos en las ropas de una bruja. Pero su mistisismo va mucho más allá. Puesto que en algunas culturas de Asia, donde se cree en la existencia de 6 o 7 centros de energía en nuestro cuerpo (Chakras), se asigna este color para el cerebro y todo lo ligado al pensamiento y lo espiritual.
El violenta simboliza la fantasía, quizás por ser el color menos presente en la naturaleza y por la unión de conceptos contrarios. En el simbolismo indio se trata del color de la transmigración de las almas, y eso lo vuelve más místico. son muchos los ejemplos que hablan del misterio alrededor de este color.
La lucha por la igualdad
La busqueda de la igualdad de la mujer nació con la lucha por el voto femenino. Esta lucha comenzó en Inglaterra en el año 1870 aunque no conseguirían su propósito hasta 1918. El movimiento feminista tenía 3 colores (violeta, blanco y verde) que popularizó la inglesa Emmeline Pethick-Lawrence y cuya explicación es la siguiente:
El violeta, color de los soberanos, simboliza la sangre real que corre por las venas de cada luchadora por el derecho al voto, simboliza su conciencia de la libertad y la dignidad. El blanco simboliza la honradez en la vida privada y en la vida política. Y el verda simboliza la esperanza en un nuevo comienzo.
Otro sector de la población también escogió el violeta como símbolo de la homosexualidad. En un principio lo utilizaban como una forma discreta de hacer ver a otros que “entendían”. Pero llegó a ser mucho más, hasta que encontraron en los colores del arco iris el motivo de su bandera.