Mundos paralelos | “Historia del ojo”, un guiño a la literatura erótica

COMPARTIR 0 TWITTEAR

Mundos paralelos reabre sus puertas al público, te invitamos a disfrutar con nosotros del placer de la lectura. Placer. Nunca mejor dicho. Placer. Hoy subimos la temperatura para demostrar que había libros eróticos antes de las “Cincuenta sombras de Grey”. Georges Bataille escribió “Historia del ojo” para dejarnos ojipláticos, para que bebiéramos de la copa del surrealismo. Una pareja de jovenzuelos desobedientes, acunados en una familia burguesa, fugitivos de la moral dominante, presos de la desidia y deseosos de nuevas experiencias, encuentran en los excesos del sexo la fuente de la “eterna” felicidad. ¡Y también dos huevos duros!

Sección de literatura en Xombit

La Historia del ojo, de Georges Bataille, es un libro erótico que firmó Lord Auch. Sé que yo también debería redactar este artículo bajo seudónimo, pero la verdad es un corcho que siempre acaba flotando, ¿no, Georges? No me temblarán las piernas por hablar de sexo. El lado oscuro me sonroja, pero gracias a Dios, no está aquí Man Ray para inmortalizarme. Carlos y yo hemos decidido comentar los primeros capítulos: El ojo del gato, El armario normando, El olor de Marcela, Una mancha de sol, Un hilo de sangre y Simona. Y aquí estoy, buscando palabras huecas y decentes que mi abuela pueda leer sin escandalizarse. Absurdo. Todo lo que vas a leer a continuación es… ¡pecado! ¡Te quedarás ciego!

Me vino la idea de que la muerte era la única salida para mi erección.

Obviamente, el primer empujón en estos días de vino y rosas para el porno light nos arroja a los pies de las Cincuenta sombras de Grey. Comparación inevitable, que voy a despachar con unas frases contundentes. Historia del ojo es surrealista y la novela de E.L. James, increíble. En la primera obra hay sexo sucio, repugnante, que te perturba y excita. Traspasa los límites. En la segunda, se pretende mostrar una sofisticación, un ardor y un glamour, que provoca risas al dejar en evidencia su ingenuidad cobarde y rústica.

Georges Bataille

Bataille es honesto, se pone de rodillas y escarba con las manos en nuestros deseos más recónditos y grotescos, y James, subida a una grúa, profundiza torpe y frívola, en los tópicos más lastimeros, ni siquiera penetra su pala en la réplica de las cuevas de Altamira, no mancha de barro su casco amarillo. Todo suena falso y machacón. La imaginación es un cuervo negro que observa desde el columpio las sombras de Grey, y eso sí es pecado.

¿Más diferencias? Podría hablar del inagotable vocabulario de este doctor en lujuria y aberraciones, podría enumerar la riqueza de recursos que usa para expresarse, o ahogarme en la precisión de sus palabras, dardos que explotan globos sobre nuestras cabezas. Aprovecho el silencio que deja tras de sí ese estruendo para declarar públicamente que, después de posicionarme entre las tropas de Calígula, Carlos, déjame que no comparta muchas de las prácticas que he descubierto entre estas líneas. Empapar “sus nalgas ardientes en la leche fresca del gato”, un trío en el barro, romper huevos con el culo, las perversiones en el bidé, vómitos y cristales rotos…

Marcela no podía gozar sin bañarse, no de sangre, sino de un chorro de orina clara y, para mí, hasta luminosa, chorro primero violento y entrecortado como el hipo, después abandonado libremente, al coincidir con un transporte de goce sobrehumano.

Genial, pero… demasiado sucio para un vasco de infantería. ¿Segunda vez que califico de sucio el sexo y no cito a Woody Allen? El genio de Brooklyn se inspiraba leyendo a Bataille, me juego una mano. La izquierda. Solo es sucio si se hace bien, decía. Bueno, ya es hora de que cuente de qué va, ¿no? Un chico de 16 años conoce a Simona. Una chavala de su edad. ¡16 años! Hoy en día este escritor francés iría a la cárcel, y discutirían su cordura en el parlamento español. ¿Apuestas? Y por supuesto, recibiría 50 invitaciones de Tele 5 para acudir a sus programas estrella, donde le aplaudirían y censurarían sus ocurrencias a voz en grito…

Continúo. Es una pareja propensa al libertinaje y a la pasión más estrafalaria y desmedida, aficionados a las historias de crímenes o sangrientas. Capaces de atropellar a una ciclista por ir a toda velocidad, por inconscientes, y tras horrorizarse un segundo, encontrar belleza en el cadáver. ¿Esperabas romanticismo? Esto no es Jane Austen, aquí hay bananas. Y espinas, arrancadas de la rosa púrpura de El Cairo:

Masturbarse es hacer el amor con la persona que más quieres.

Pues la provocadora y pícara Simona contesta:

No quiero que te masturbes sin mí.

En uno de sus escarceos en lo alto de un acantilado, les interrumpe una tierna adolescente rubia que no es tan liberal. O no está tan liberada, mejor dicho. Una chica tímida a la que seducen y que se ve envuelta en el torbellino sexual. Se revuelcan en el barro iluminados por relámpagos. Se convertirá en una obsesión para estos dos viciados. Sin embargo, notan que ella siente remordimientos… y Simona le pide perdón por haberla arrastrado. No volverá a suceder. Claro. Ese mismo día van a merendar juntos a la casa de Marcela, con más chicos y chicas. Como ya sabrás, la fiesta se les va de las manos… y no es culpa del alcohol.

Durante la orgía se nos habían clavado pedazos de vidrio que nos habían ensangrentado a dos de nosotros; una muchacha vomitaba; además todos caíamos de repente en espasmos de risa loca, tan desencadenada que algunos habían mojado su ropa, otros su asiento y otros el suelo. De allí salía un olor de sangre, de esperma, de orina y de vómito que casi me hizo recular de terror; pero el grito inhumano que desgarró la garganta de Marcela fue todavía más terrorífico.

Tremenda orgía, imponente prosa. Yo me la imagino al ritmo de los Body Rockers, I like the way you move a todo trapo. Aunque este libro se publicó en 1928. En pleno desenfreno, Marcela se mete en el armario, solitaria y triste, y empieza a sollozar cada vez más fuerte. Ejem. El armario normando explota, pensé mientras lo leía. Se abre la puerta… de casa. Son los padres; que se ven obligados a llamar a la policía. El gran escándalo.

La rubia, el oscuro objeto del deseo y la obsesión, es internada en una casa de salud. Que supongo será un manicomio. Nuestra pareja protagonista se entera, y no tardan en saltar los muros. Aquí se desencadena una escena de un surrealismo morboso que ha abierto tanto mis ojos achinados, que parezco Dalí. Cuando aparece sin ropa en la ventana por segunda vez, agitando una sábana mojada, es una noche de tempestad sin lluvia y de oscuridad hostil, un ambiente perfecto para una película de Tim Burton. Pero todo es turbio, y el vouyerismo me recordó dos cuadros de Edward Hopper, Night Windows y A Woman in the Sun, aunque las pinturas son menos tórridas y carnales que el texto. Uno es el antes y el otro el después; por la mañana.

Mundos paralelos

El “durante” es una sucesión de imágenes de Paul Delvaux, dos polluelos que sienten un extravagante impulso y se despluman. La huida, la vuelta a casa desnudos, es un martirio para el narrador anónimo y una escuela de surrealismo para nosotros, unos nudistas pedaleando en la oscuridad. Ella se cae, y un delgado hilo de sangre corre por la comisura del labio. ¡Qué susto! No es nada, su príncipe en cueros, la coge en brazos como un portero el balón, y la lleva a casa. Está enferma, con fiebre. Así pasan los días, entre juegos con huevos y ensoñaciones, fábulas escatológicas en las que su musa es una más del trío…

¿Es una obra pornográfica superficial o un libro respetable más allá de su temática? ¿Qué nos escandaliza en el 2013, las perversiones sexuales o que los protagonistas tengan únicamente 16 años? ¿Si el huevo representa un ojo, por qué se queda mirándolos, por qué se los quiere comer en el bidé, y los usa para sus juegos sexuales más oscuros? ¿Estos dos jovenzuelos son transgresores inocentes y atolondrados o unos asesinos consentidos y caprichosos?

Surrealismo

Simona quiere librarse de las críticas, le apetece reventar los ojos que la miran, o el ojo de su conciencia, pretende renunciar al mundo civilizado. No aspira a ser razonable ni culta, eso le aburre muchísimo, únicamente necesita vivir a bocados y que le pellizque la fascinación cada segundo. Desgraciadamente, solo sabe expresarse en el lenguaje del sexo, mediante orgasmos. ¿Estás de acuerdo en algo, Carlos? Creo que después de leer este libro, vamos a ir directos al infierno.

André Bretón define lo que entiende como “surrealismo” en el Primer Manifiesto Surrealista de 1924, y creo que es importante subrayarlo aquí:

Sustantivo, masculino. Automatismo psíquico puro por cuyo nombre se intenta expresar, verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral.

Amén. Pues eso. Supongo que no podemos criticar o juzgar los comportamientos de esta gente desde nuestra lógica anclada al realismo. Recuerda: no hay moral. Historia del ojo es un libro corto, sí, un bombón de sensaciones, poesía para gozar a placer, la película erótica que debería dirigir David Lynch. Cierras los ojos en cada párrafo para saborear cada palabra, cada descripción, te relames con cada frase, con la impresión que te producirá tirar de la cadena al pasar página. Bataille es un violinista sensible que viste como un heavy metal. Soy un ciego que no encuentra demasiada inclinación a la filosofía en este título, pero Carlos seguro que la ha detectado y nos ilustrará en su artículo.

La gran pregunta, entonces. ¿Por qué se venden más ejemplares de las Cincuenta sombras de Grey, que de esta joya? Vivimos en tiempos de la comida basura y las hamburguesas. La novela de Anastasia y Christian se lee fácil, son correos electrónicos de fácil digestión. La semana que viene seguimos con la charla, que hoy me apagan las luces…

Cinco millones de dólares derechos de cine E. L. James

– Presentación: Mundos paralelos | Historia del ojo de Georges Bataille

– Primer artículo de Carlos: Mundos paralelos | “Historia del ojo”, los platos están hechos para sentarse

– Segundo artículo de Gorka: Mundos paralelos | “Historia del ojo”, la delicadeza de la bestia

Archivado en Erotismo, Georges Bataille, Historia del ojo, Libros, Literatura, Mundos paralelos, Surrealismo
COMPARTIR 0 TWITTEAR

Comentarios (10)

Usa tu cuenta de Facebook para dejar tu opinión.

Otras webs de Difoosion