No cabe duda de que hay una contradicción poderosa entre la seguridad y la privacidad, y que escándalos como el espionaje en Internet generalizado que se lleva a cabo con el programa PRISM no hacen más que poner de manifiesto que hemos renunciado a demasiados derechos en pos de una tranquilidad que no resulta más que una falsa apariencia. Considerando lo lejos que han llevado las autoridades sus abusos de poder, no veo extraño que hayan surgido insumisos ante los excesos del sistema, como por ejemplo Anonymous. Pues bien, parece que nuevas formas de rebeldía han aparecido.
Se trata de un movimiento muy reciente, bautizado como “Camover”, que ha aparecido en las calles de Berlín. Básicamente, se tratan de ciudadanos descontentos con la constante vigilancia de las cámaras de seguridad en las vías públicas, y que se dedican a destrozarlas. Por ahora, el fenómeno se da sobre todo en ciertas zonas de los Estados Unidos y Alemania, aunque también se ha contagiado a países como Finlandia y Grecia. Los “vándalos” graban y suben a Internet sus actuaciones, y se organizan en pequeños comandos. Incluso se ha inaugurado una especie de competición a la que cualquiera puede adherirse por ser el que más de estos ingenios destruya.
Francamente, no tengo muy claro qué pensar de esta nueva moda, que aún no sabemos demasiado bien si se trata de un movimiento puramente destructivo o reivindicativo. Pero lo cierto es que, teniendo en cuenta el progresivo abaratamiento de la tecnología y el nuevo software de reconocimiento facial, creo que se trata de una buena oportunidad para reflexionar sobre si queremos cámaras que controlen hasta el último de nuestros movimientos. Ya que, poco a poco, nos acercamos al distopía totalitaria de 1984 de George Orwell, y puede que estemos cerca del punto de no retorno en el que nos veamos incapaces de frenar al sistema.
¿Qué opinas del movimiento Camover? ¿Simples delincuentes, o luchadores por la libertad?
Imagen | Bernat Casero