Parecía que, tras el lanzamiento del iPhone 5s, la característica de moda para lo que queda de año y principios del próximo iba a tratarse de los lectores de huellas dactilares. Pero hay dos compañías coreanas, desde siempre muy destacadas en tecnología de pantallas, que quieren que nos decantemos por sus teléfonos curvos (que no flexibles). Una prestación ya disponible en televisores, donde tiene todo el sentido del mundo, pero que no está tan claro que resulte útil en smartphones. LG apuesta, con el aún no presentado LG G Flex, por una pantalla curvada en vertical (los bordes superior e inferior levantados), mientras que Samsung prefiere la opción horizontal (los marcos laterales hacia arriba) con el Samsung Galaxy Round.
La verdad, la idea de LG me parece atractiva visualmente y cómoda para hablar por teléfono, pero eso es algo que cada vez hacemos menos. En todo lo demás, la opción de los creadores de los Galaxy se me antoja superior. Su diseño da la impresión de hacer el terminal más cómodo de agarrar, y seguramente facilite llegar a los puntos más alejados de la pantalla. Además, su curvatura parece ideal para que se adapte a nuestro bolsillo (si es que nos atrevemos a meter una phablet en él). Por otro lado, si alrededor de la parte delantera se coloca un bisel de un material resistente ligeramente sobresaliente, la pantalla quedaría bastante protegida ante los golpes, mucho más que en un terminal normal.
Claro que todo esto no dejan de resultar conjeturas, y habrá que tener los aparatos en la mano para comprobar si las ventajas existen realmente. Lo que veo claro es que, al principio, las pantallas curvadas van a volverse más relevantes por su exclusividad y su diseño sorprendente que por la utilidad que puedan aportar. Respecto al terminal de Samsung, se habla de un escandaloso coste de 1.000 dólares, mientras que LG no ha comentado nada de precios, sólo de características técnicas. Parece obvio que esta novedad pretende llamar la atención de los consumidores en un mercado en el que los terminales cada vez ofrecen prestaciones más disparatadamente potentes, y que exceden las necesidades de los usuarios.
¿La conclusión? Una pantalla curva en horizontal como la de Samsung apunta a ofrecer ciertas ventajas prácticas, pero no tan grandes como para pagar el abultado incremento de precio que implica. Por lo tanto, durante los primeros meses de esta tecnología, creo que va a servir como un mero reclamo de marketing para los compradores preocupados por el diseño y por disfrutar de lo último a cualquier coste. Esperemos que, con el paso del tiempo, las pantallas curvas bajen de precio y se les encuentren nuevas aplicaciones.
¿Qué opinas tú del tema? ¿Te gustaría un smartphone así si tuvieras dinero, o crees que no te aportaría nada?