Cuando probamos las BlackBerry Q5 y BlackBerry Z10 ya advertimos que se trataban de productos prometedores, pero que necesitaban pulirse. Hace poco comentamos el dominio de Android en los smartphones, y destacaba que BlackBerry había pasado a tener una cuota de un escaso 1%, cediendo el tercer lugar a Windows Phone. En este contexto, no sorprende que las pérdidas de la empresa estén dando lugar a una profunda reestructuración, con numerosos despidos, y medidas tan dolorosas como abandonar el mercado de consumo. Incluso se estudió seriamente vender la compañía por 4.700 millones de dólares a Fairfax Financial, aunque se han tanteado otros posibles compradores.
Hoy era el día para concretar la operación, y hubo una sorpresa: BlackBerry no se vende, sigue adelante con una inyección de 1.000 millones de dólares por parte de Fairfax y otros inversores institucionales. Eso sí, Thorsten Heins, el actual CEO, dejará la empresa. Hasta que se elija al sucesor definitivo, el cargo recaerá en John S. Chen, un hombre que ya ha probado su valía sacando de una situación comprometida a Sybase. Según declaraciones a Reuters, no planea que la multinacional canadiense abandone la fabricación de hardware, y cree que se podrá lograr hacer el negocio sostenible a largo plazo.
La bolsa no ha recibido estas noticias con demasiado entusiasmo, sufriendo la acción de BlackBerry una fuerte bajada tras el anuncio. Aunque lo cierto es que no se podían esperar soluciones mágicas. Deseamos que la nueva BlackBerry Z30 consiga atraer al público mediante la adopción de la moda phablet, y que la compañía comience a recuperarse. En el contexto actual de temor al espionaje, sus características de seguridad pueden ser muy valoradas por empresas y miembros del sector público. Ahora debemos quedar pendientes de los pasos que el nuevo CEO va a dar para revertir una situación de lo más grave.
¿Qué opinas del tema? ¿Logrará la marca superar este reto, o se encuentra ante unas circunstancias que la superan?