Si ayer tratábamos de las uñas de las manos, hoy toca hablar de las de los pies. ¿Recuerdas a alguno de tus abuelos con unas uñas muy feas, en mal estado y amarillentas? Aunque esto le puede pasar a cualquiera, los ancianos son especialmente propensos: el 20% de los mayores de 60 años y el 50% de los mayores de 70 años se ven afectados. No se trata de algo grave, por suerte, pero sí un poco desagradable. Puede haber varias causas, pero la más frecuente es un tipo concreto de hongos que afecta a distintas partes del cuerpo
Se tratan de los dermatofitos, que pueden atacar también a la piel o la pelo. No se centran en el tejido vivo, sino que se alimentan de una proteína llamada queratina de las células ya muertas. El problema se llama onicomicosis, y provoca cambios en la uña que modifican el color y la forma de crecimiento natural. Si buscamos causas menos profundas, las podemos encontrar en la mala circulación sanguínea, diabetes o sida y otros trastornos inmunes. También existen otros factores de riesgo, como tener unas uñas que crecen lentamente, o que se hayan dañado de alguna forma. Además, una edad avanzada empeora el tema, y los hombres resultan más propensos que las mujeres. Por último, uno se puede contagiar si anda descalzo, o si suele tener los pies húmedos o poco ventilados.
Lo idóneo es que un médico determine el problema, por si no fueran dermatofitos, pero el tratamiento suele ser sencillo. Normalmente se aplican tratamientos antifúngicos tópicos, aunque pueden llegar a ser necesarios medicamentos por vía oral. El asunto no suele revestir mayor gravedad, pero tampoco hay que pensar que se trata de una “cosa de la edad”, porque se logra resolver fácilmente. Así que, en este caso, los culpables son los hongos.
¿Qué opinas? ¿Te dan mucho repelús las uñas en mal estado, o tampoco te parecen para tanto?