A todos nos ha pasado alguna vez, instalamos un programa gratuito y notamos que el ordenador va un poco más lento, o encontramos algún detalle cambiado. No le damos mucha importancia, pero se puede convertir en un problema si agregamos muchas apps o topamos con alguna especialmente problemática. Lo que está pasando es que en Windows resulta muy común que determinados programas gratuitos basen su modelo de negocio en instalarnos todo tipo de añadidos, algunos muy poco recomendables.
Pueden tratarse de programas para mostrar anuncios, barras en los navegadores, un nuevo motor de búsqueda web, sistemas que minan Bitcoins… y, en los peores casos, son prácticamente malware. Está claro que Windows se resiente por culpa de estos extras, y resulta más que dudoso que los encontremos útiles en algún momento. Por desgracia, los usuarios menos expertos suelen ser incapaces de evitar el crapware (programas de baja calidad), y acaban con distintos tipos instalados en su PC.
Así que vamos a ver un ejemplo práctico de este problema, y descubriremos que afecta mucho a la experiencia de Windows. También comprobaremos que existe una solución, y que Microsoft tiene que esforzarse para defender a su plataforma. Empieza nuestro análisis:
La experiencia de instalar un programa
La verdad es que no uso clientes de BitTorrent y estoy desconectado de ese mundillo, porque creo que se puede vivir sin piratería si nos lo proponemos. Pero recientemente tuve que bajar un archivo sólo disponible por este medio, así que usé Google para buscar “best bittorrent clients” y me descargué un par de recomendaciones de un blog de cierto renombre. No tenía ni idea de lo que me esperaba.
Durante la instalación aparecían algunas “ofertas especiales” que en ningún caso acepté. Me temía lo peor, pero como necesitaba formatear mi equipo de todas formas, seguí adelante. Después de instalar las aplicaciones noté que mis búsquedas en Chrome ya no las gestionaba Google. Nada grave, pero una molestia. Pero lo sorprendente es que de pronto tenía un montón de procesos corriendo en el sistema operativo, que no sabía qué hacían exactamente.
Desinstalé todo y no parecían quedar restos, pero no me quiero imaginar qué pasaría si hubiera aceptado las ofertas, o si dejara los programas funcionando, como hace la mayoría de los usuarios sin muchos conocimientos. Lo peor es que casi todo el software relacionado con la piratería trae añadidos indeseados, así como el de otros tipos: reproductores de vídeo, plug-ins como JAVA, utilidades de Windows… También depende del lugar de donde lo bajemos, porque muchos portales especializados nos añaden “regalitos” a los programas.
Windows no es malo
A pesar de la mala fama que arrastra Windows, lo cierto es que las últimas versiones han mejorado muchísimo, y hace poco te hemos explicado todas las cosas buenas de Windows 10. No veo correcto echarle la culpa al usuario, pero está claro que uno puede disfrutar de un Windows si sólo sabe mantenerlo en forma. Uno de los grandes problemas de Windows es el bloatware, todos los programas basura que incluyen los fabricantes de ordenadores, pero el hecho de que resulte tan fácil descargase apps gratuitas con extras indeseados también me parece grave.
De hecho, un PC con un Windows limpio y recién instalado casi siempre funciona de maravilla, pero tras unas semanas agregando programas de forma descuidada todo se complica: va más lento, surgen fallos extraños, aparece publicidad en todas partes y la conexión a Internet “misteriosamente” rinde menos. Eso no por hablar de que nuestros datos personales pueden encontrarse en riesgo, algunos tan delicados como la tarjeta de crédito o la contraseña de la página del banco.
La ventaja de las tiendas de aplicaciones
Por suerte, hay una forma de evitar este tipo de problemas: descargar las apps desde la tienda oficial de Windows 8 o de Windows 10. A Microsoft se le han colado programas de baja calidad en el pasado, pero al menos ofrece garantías de seguridad y de que nadie ha modificado el instalador. El punto débil de la Tienda Windows es que tiene muy pocas apps a día de hoy, pero se espera que el éxito de Windows 10 consiga que más desarrollares se animen a unirse.
Desde luego que se plantean problemas como la falta libertad y las comisiones excesivas de las tiendas de apps, pero al menos se trata de una posibilidad para poner freno al crapware. En cualquier caso, para Microsoft se trata de la forma más ventajosa de acabar con el problema, porque de cada venta de las apps de su tienda se lleva un porcentaje, y en ella sólo acepta los programas que cumplen con sus normas y estándares de calidad.
Microsoft debe reaccionar
Al final, el modelo de negocio basado en hacernos la vida imposible con crapware también perjudica a Windows en su conjunto. Creo firmemente que Microsoft debería ser agresiva, y no dudar en usar el antivirus incluido en el sistema para impedir que se instale determinado software. Que algo no se pueda catalogar estrictamente como malware no quiere decir que se deba permitir cuando molesta al 99% de los usuarios. ¿Supondría esto una amenaza a la libertad? Sí, por supuesto, a la libertad de hacer nuestro PC un aparato inusable.
Se trata de un problema serio, que Apple no sufre en OS X, y que en los smartphones se encuentra mucho más controlado, a pesar de que a veces la enorme versatilidad de Android provoca alguna molestia. No se puede decir que la culpa sea del usuario, ni pensar que nos debemos resignar a convivir con el crapware: Microsoft ha de resolver este tema cuanto antes para proteger a los usuarios de Windows.
¿Qué opinas de este análisis? ¿Para ti el crapware no debería ser tolerado en Windows bajo ningún concepto, o consideras que se trata de un pequeño precio a pagar por la libertad?