Si hay algo seguro en esta vida es que tiene un fin. Todo ser vivo acabará muriendo tarde o temprano, y aunque este hecho nos hace iguales a las demás especies, existen algunas diferencias bastante claras. La esperanza de vida es una de ellas, pero, ¿de qué depende?
Como muchas de las características que marcan la vida de cualquier especie, la esperanza de vida está marcada por la genética. Mientras que un lobo puede llegar a vivir 15 años, el ser humano vive una media de 80, y una tortuga de las Galápagos puede superar los 100. La información genética es la base de estas diferencias.
Una lucha contra la genética
No podemos tratar el tema de la longevidad y la genética sin hablar de los hermanos Kahn. Como podemos leer en El País, estos 4 hermanos llegaron a vivir cerca de 110 años, concretamente 101, 103, 109 y 110. Por tanto, tenemos una muestra de que el ser humano puede llegar a vivir más de 100 años, teniendo una vida plena y saludable.
Teniendo en cuenta este curioso caso y muchos otros, un médico israelí apellidado Barzilai dirige el llamado Proyecto de los Genes de la Longevidad. ¿Qué pretenden? Pues nada más y nada menos que analizar el código genético de más de 670 personas centenarias.
”Casi el 50% de los estudiados eran obesos y menos del 50% hacía ejercicio. Tienen genes que los protegen”. Estas palabras del propio Barzilai muestran lo importante que puede llegar a ser encontrar estos “genes de la longevidad”, que protegen a quien los poseen y facilitan que vivan durante más tiempo.
Por lo tanto, podemos decir que en este caso la biología parece tener un papel mucho más importante que las influencias del ambiente. Sin embargo, aún no sabemos cuáles son estos preciados genes, ni qué tipo de influencia tienen sobre el ser humano. Los científicos deberán seguir investigando en busca de pruebas.
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