Ya hemos hablado del escándalo PRISM, que pudimos conocer gracias al sacrificio de Edward Snowden. Básicamente, toda la información que intercambiábamos o almacenábamos a través de las principales multinacionales de la tecnología de los Estados Unidos resultaba plenamente accesible para las agencias de inteligencia del país, que espiaban con total arbitrariedad, sin necesidad de que existieran sospechas fundadas o siquiera una orden judicial. Y lo peor es que las empresas colaboradoras recibieron a cambio millones de dólares por sus servicios. Pues bien, parece que se está poniendo aún más en tela de juicio a la NSA (Agencia Nacional de Seguridad), y salen a la luz detalles muy comprometidos.
En una carta al senador Chuck Grassley, la institución da cuenta de los usos indebidos de sus recursos por parte de sus empleados en los últimos diez años. Sólo han sido doce casos, dos de los cuales están actualmente bajo investigación, y uno que podría ser revisado en el futuro. De estos, ocho han estado relacionados con asuntos sentimentales. Algunas historias resultan sorprendentes, como la de un trabajador que, el primer día en el puesto, revisó seis cuentas de correo electrónico de una ex novia. Fue degradado y sufrió una reducción temporal de sueldo. Otra empleada escuchaba las conversaciones telefónicas de su marido pues temía que le fuera infiel, y abandonó su puesto al ser descubierta.
Sin duda, doce casos en diez años no se trata de una cifra alta (si consideramos el informe fiable), pero el problema que encuentro se trata de que el sistema para espiar debe estar sometido a un control estricto, con supervisión judicial. Resulta inaceptable que un funcionario de los Estados Unidos decida por su cuenta la información a la que desea acceder. La falta de ética del país representa un riesgo para las empresas europeas, y una vergüenza ante la comunidad internacional.
¿Qué opinas de estos casos? ¿Simples anécdotas, o una prueba de la falta de profesionalidad en la NSA?
Imagen | EFF