La peste negra fue una enfermedad de origen bacteriano que asoló Europa a mediados del siglo XIV, y que se cobró unos 25 millones de vidas, un tercio de la población del continente. Aunque lo cierto es que su origen fue Asia, donde murieron más de 40 de millones de personas. Sin duda se trató de un drama, en una época en el que la higiene no se encontraba tan desarrollada como ahora. Sin embargo, parece que no todas las consecuencias de esta grave plaga fueron negativas (¿supervivencia del mejor adaptado?) y que la población final tenía mejor salud que la inicial.
Y es hoy que sabemos de un estudio de Sharon DeWitte publicado en PLos One. Según esta científica, tras la peste negra los londinenses se volvieron más longevos y disfrutaron de mejor salud. Uno de los puntos que baraja es que los supervivientes eran personas más robustas que aquellos que murieron, y eso tuvo consecuencias. Por otro lado, considera que otro factor que explica el fenómeno es que la calidad de la dieta y otros factores aumentaron, con resultados positivos. Desgraciadamente, su estudio se centra sólo en los habitantes de Londres. Habría sido interesante conocer si esto ocurrió a lo largo de toda Europa, aunque es de imaginar que sí.
De esta forma, la Naturaleza transformó el drama de una plaga en una forma de que los seres humanos se hiciesen más resistentes. A grandes rasgos, selección natural. Los seres vivos tienen una gran capacidad de adaptación, aunque esperemos que los avances en medicina eviten que este tipo de situaciones se repitan en el futuro. Pero, si sigue aumentando las resistencia a los antibióticos de las bacterias, podríamos volver a vernos en un escenario en el que las enfermedades más comunes se transforman en una amenaza para la vida. Sin duda, un reto importante.
¿Qué opinas del tema? ¿La peste negra nos ayudó a ser más fuertes, o crees que su influencia no pudo resultar tan grande?
