Grabar una película siempre ha sido una tarea compleja. Todo debe estar perfectamente coordinado y milimetrado para dar como resultado una buena escena. Sin embargo, este alto nivel de exigencia acaba derivando muchas ocasiones en un error que obliga a repetirlo todo. A veces ocurre que estos errores, también conocidos como tomas falsas, acaban siento todo un icono de la película en cuestión.
Se han convertido en una parte más de los proyectos audiovisuales y lo que antes era algo que esconder ha pasado a ser uno de los momentos más esperados al final de películas y series. Por supuesto, no todas las productoras deciden incluirlas, pero a pesar de ello está comprobado que los espectadores sí sienten curiosidad por las también llamadas bloopers.
Tanto es así que, en algunos casos, incluso los responsables de películas de animación han querido darles espacio. Normalmente, se incluyen en los créditos finales y se presentan como escenas artificiales en las que los personajes cometen errores durante la grabación ficticia de la producción. Claros ejemplos son algunos largometrajes de Disney Pixar como Toy Story 2, Bichos o Monstruos S.A.
Evidentemente, las tomas falsas son propias de la comedia, que a menudo recurre a ellas para aportar un toque de humor y originalidad al final de la película. Definitivamente, los bloopers se han convertido en una gran alternativa para poner punto final a una producción y hacer más amenos los aburridos créditos. En otras palabras, es un buen reclamo para que los espectadores no abandonen las salas de cine tras leer “the end”.
Desde ScreenRant han querido recopilar algunas de las que que no solo sirvieron como entretenimiento, si no que han llegado a convertirse en escenas míticas de la historia del cine. Una de las más conocidas se enmarca en Django, cuando Leonardo DiCaprio golpe la mesa con el puño y acaba rompiendo una copa de cristal y sangrando. El actor continuó actuando a pesar de sus heridas y puede apreciarse la cara de sorpresa de sus compañeros, que no esperaban que la escena continuara grabándose.
Algo parecido ocurrió en Misión Imposible II cuando Tom Cruise propinó una patada real al final de la cinta. Estaba previsto, evidentemente, que fuera ficticia, pero la fuerza y contundencia del actor acabó convenciendo al director, que finalmente decidió incluirla en la versión definitiva de la película.