Ya hemos hablado de como los creadores de videojuegos consideran que la venta de unidades usadas les hace perder dinero en cada transacción, y que beneficia en su lugar a las cadenas especializadas en el sector, y a los consumidores en último término. Tristemente célebres son las medidas que se han ido tomando para acabar con este fenómeno: hacer pagar a los compradores de segunda mano por jugar online, negarles el acceso a parte de la aventura o incluso impedir que en el cartucho se puedan borrar las partidas guardadas. Y a esto le tenemos que añadir la peligrosa tendencia de vender como contenido adicional descargable lo que, en muchos casos, tendría que venir incluido desde un principio.
Los usuarios nos aprovechamos de la segunda mano, y los intentos de obstaculizarla siempre van a estar mal vistos. Pero, dado que las editoras insisten en ellos, ¿no sería posible aplicarlos con más sentido común, para evitar que los compradores se sientan atacados? Y es que hay muchas alternativas menos agresivas para desincentivar la venta de los juegos. La primera es bastante lógica: hacer el desarrollo generoso en horas de juego, y con añadidos que inviten a una segunda partida. Por supuesto, un modo buen multijugador también puede lograr que guardemos nuestras copias durante bastante más tiempo, y no acaben en un par de semanas en un GAME o un GameStop.
Otra idea muy interesante sería programar (y anunciar con antelación) un calendario de contenido descargable gratuito. De esta forma, quien compre el juego nuevo deberá conservarlo durante meses si quiere disfrutarlo en su totalidad. En un mercado en el que las novedades no paran de aparecer y el último boom hace menos apetecibles los juegos anteriores, retrasar este tiempo la circulación de los títulos puede suponer un importante varapalo a la aceptación de las copias usadas. Otra buena idea sería que los compradores que hagan una reserva reciban un aliciente en forma de una edición más cuidada o que incluya contenido adicional. En este caso, se da la impresión de premiar al aficionado fiel en lugar de estar perjudicando al resto de jugadores. El resultado último será similar, pero las formas son mucho más adecuadas.
En definitiva, hay opciones que explorar a la hora de luchar contra los títulos de segunda mano. Personalmente, no apruebo estas estrategias, pero al menos las editoras deberían esforzarse un poco por evitar irritar a sus clientes. El sector del entretenimiento interactivo es grande y parece muy rentable, pero seguir maltratando a los consumidores puede traer consecuencias a largo plazo. Esperemos que las distintas empresas implicadas se den cuenta de ello, e intenten tratar a los usuarios, ya no mejor, sino con un mínimo de delicadeza.
¿Qué opinas de este conflicto? ¿Crees que es normal que los creadores quieran sacar el máximo rendimiento posible de sus trabajos, o consideras que la forma en que se enfrentan al sector del seminuevo es bastante reprobable?
Es tan simple como que si los juegos tuvieran un precio más competitivo no existiría un mercado de segunda mano tan fuerte.
Sí, pero me parece que las editoras es la última opción que valorarían… Aunque los precios de los juegos ya no son tan altos como eran hace años ni de lejos.
En España pasa lo mismo con los videojuegos, DVD, CD, BR… se pasan un porrón con los precios… También con los libros (en Amazon España, los de Kindle valen el doble que en Amazon UK pese al cambio de libras a euros!)
Si no se pasaran tanto, el mercado negro, piratería y segunda mano bajarían muchísimo.